¿Que‚ sucede?, ¿qué pasa?, ¿porque
la persona no puede o desea cambiar?, ¿por qué no la animan las cosas que a
todos conmueven e interesan?, ¿de qué pasta está hecha esta persona, para
permanecer tan indiferente, tan estéril? Es un verdadero enigma para la mayoría
de las personas y mas aún para las personas que los aman; la sencilla razón es
que: no es la mente ni la razón la que tienen maltrecha, sino la voluntad, que
proviene desde el fondo de su persona: su alma está enferma. ¿Cómo rehabilitar
un alma?, ¿cuál es el tratamiento?, ¿qué tan grave puede llegar a ser?, ¿debo
preocuparme o dejar que la vida siga su curso?, ¿qué debo hacer?; parece
preguntarse el padre, sacerdote, médico, trabajador social, esposo o familiar.
¿Con quién debo acudir?, ¿con un brujo?, ¿con un sacerdote?, o ¿con un psicólogo?,
o de plano llevarlo a una institución y dejarlo en manos expertas; ¿qué es lo más
indicado?, ¿qué es lo más conveniente?
Por nuestra experiencia sabemos
que lo único que puede rehabilitar a un enfermo emocional es el amor, amor que
dicho sea de paso posiblemente no provendrá de sus seres más cercanos,
puesto que con ellos existen hondos y profundos resentimientos, mismos que impedirán
todo intento de rescate por estos mismos. El amor debe provenir de un exterior
que debe ser inocuo, es por falta de atención en esto que muchos enfermos "enloquecen
de amor", piensan: "por fin encontré el paraíso del amor con esta
persona, ¡qué gran alegría!", para luego llevarse tremenda decepción que
pueden llevarlo a las gradas de la locura y de la muerte. El amor que debe de inundar sus almas es hacia Dios,
como cada quien lo entienda, no obstante dicha concepción debe ser gradual,
primero debe entender que: alguien en este mundo comprende su problema a
cabalidad y está empeñado en ayudarle desinteresadamente, que detrás de
ello no hay ningún mezquino interés, sino simplemente compartir la graciosa luz
de la esperanza que ambas personas comparten entre sí, que dentro de la obscura
cárcel que se cierne alrededor de ella, existe una leve pero intensísima luz
que empieza a remover tremendas placas de conmiseración, rencor y dolor
trayendo consecuentemente la hermosa liberación de un caudal de lagrimas y
tormentas interiores, adviniendo una bendita paz. El enfermo emocional cree‚
que todo ha terminado, sin embargo apenas está comenzando a renacer, pero como
todo nacimiento, este tan sólo es el principio; eventualmente tendrá que
irse adaptando a esa vida que algún día desdeño, tendrá que encontrar
felicidad en las tareas m s simples que antes le resultaban totalmente
desagradables, tendrá que entender que no es tan importante ser el número
uno en todo, tendrá que aceptar la vida con sencillez, deber
aceptar que el mundo no debe ser el "foco" de su "furia rabiosa"
con la vida, deber aprender a vivir en armonía con sus semejantes; en síntesis
deberá aprender a amar, pues en ello le va la vida, sólo el amor puede
reconstruir toda su estructura interna emocional. Tan sólo el amor que estará
obligado a dar a manos llenas, no debe limitarse, ni condicionarse, debe
ejercitarse para vivir todos sus días, con amor; el amor que lo anime debe ser
un amor tal que:
refresque
y dulcifique su alma,
que
transmute el corazón del enconado rencor a la bendita paz,
que
nos permita sorprendernos y maravillarnos cada nuevo día,
que
nos conmine a bajar nuestra mirada altiva y orgullosa a una humildad harto
requerida,
que
nos haga sentir espontáneamente la belleza impresionante de Dios en un
brillante atardecer,
que
nos haga olvidarnos de que no tenemos "carisma", ya que todo nuestro
cuerpo y cara irradian belleza y alegría,
que
nos permita ser alumnos perpetuos en la escuela de la vida y no maestros
zopencos y necios de tiempo completo,
que
nos haga ver que el liderazgo implica la enorme responsabilidad de ver por los demás
con enorme amor, paciencia y tolerancia,
que
nos permita sobreponernos a terribles calamidades, con una gran resignación,
que
entendamos que debemos cambiar nuestro insubordinable orgullo, por tranquila
mansedumbre, que nos permita decir:
¡Oh
Dios!, así es que este eres tú, aquel en quien no creía, y llorar, definitivamente
llorar,....
Y
todavía, ¡no has visto nada!, ¡date la oportunidad!,…
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