En la fría alegoría de la muerte,…
se quedan mudas nuestras miserias mas tristes,…
paganas,…
Nuestro soñar, nuestros miedos más profundos,…
el destino los rebasa ampliamente,…
y ya no somos nada testigos, de lo que ha de seguir mañana,…
Nuestros labios y palabras, ya no alcanzan a decir o pronosticar más nada,…
ni alegría, ni ocaso,…, nada, nada,…
Y es así que el silencio por fin ya no escapa y acaso nos hacemos
uno con el tan solo,…, y le percibimos quizás por primera vez,…
tan solo,..