En verdad que empiezo
a escribir, casi sin ganas de hacerlo, sin embargo lo hago porque he tenido
mucho tiempo pensando en ello, ahora ya no solicito las múltiples
recomendaciones y consideraciones del caso (tema controversial), solo digo que
quizás es que no puede uno substraerse de la vorágine, del tema en boga, yo
difícilmente lo hago, soy exageradamente muy lábil, me dejo llevar por la
corriente, pero allí acaba toda correspondencia. Hoy quisiera abordar el tema
con mis escasos recursos, en absoluto me considero un erudito en el tema, más
bien un párvulo, una persona con muy pocas referencias, he escuchado a personas
ampliamente doctas (a mi así me lo han parecido) desarrollar esta temática,
llevando cantidad de referencias, análisis y encuadres, mis respetos para todos
ellos, vale todo su estudio y entrega a tan inquietante y fascinante tema. Más
bien lo que deseo plasmar son mis pesquisas o parciales conclusiones (no hay una
verdad absoluta) sobre el particular, compartir estas para definir mi postura y
que conozcan de primera mano cuales son mis creencias y lo que considero al
respecto, ¿qué si algo importa?, en verdad que no lo sé, pienso que los que
escribimos o pretendemos hacerlo, lo hacemos como un ejercicio público de libre
manifestación, de expresión y al menos yo no sé si ello mismo tendrá alguna
clase de eco en alguien que nos pueda leer con determinada atención y apertura,
sin embargo lo emitimos con el firme ánimo de que así sea, bueno, ya proseguimos.
¿Existe Dios?,..
Pregunta
fundamental que desde que me acuerdo quise darle una clara respuesta; yo fui
educado en la religión tradicional católica, mis inicios se remiten al hecho de
que era obligado a acudir al catecismo donde aprendíamos a rezar con el método
de repetición (como merolicos), para poder desarrollar los rezos convencionales
y también dar la respuesta pertinente en caso de las preguntas que pudiera
hacernos el padre en la evaluación de nuestra primera comunión, las clásicas:
¿qué es la divina providencia?, ¿qué es un dogma de fe?, y cosas por el estilo;
debíamos dar una respuesta cien por ciento asertiva (para eso nos preparaban),
luego los cuentos, las historias que nos contaban y las canciones que
aprendíamos, pero lo fenomenal para mis escasos años, era el “bolo” que
arrojaban en los bautizos, éramos una bola de chiquillos rodeando al padrino:
“bolo, bolo, padrino”; él se veía forzado a echarlo (monedas de diferente
denominación que arrojaba al aire para todos los chiquillos que allí estábamos),
y con el producto de la pesquisa, consecuentemente la compra de los sabrosos
helados en la nevería. En verdad que creo, que eso es a lo más cerca que he
estado de los ritos religiosos, ya que no me casé por la iglesia y poco acudí a
la misa convencional cada domingo y de verdad que diría que casi no me confesé
en toda mi vida ante un padre, asumiendo los reales pecados, no los
convencionales que se dicen en forma genérica.
La escuela jugó
una parte importante en mi escepticismo a la creencia de Dios, la Fe y la
religión, en cualquiera de sus formas, como hijo derivado de una familia “disfuncional”
en que los “valores” eran algo nebuloso, nada claro (al menos para mí), me fui
por el lado fácil, buscar afanosamente la empatía de seres y personas que
pudieran estar sintiendo lo mismo que yo: rencor, coraje, sentimiento de
injusticia, sentimiento de degradación, rebeldía, etc. y claro que les
encontré, en el medio más cercano a mi casa, nos parecíamos tanto, éramos en
ese tiempo un soberano “desmadre” (que no hacíamos en nuestras correrías), la
adrenalina corría constante por nuestro cuerpo cuando huíamos despavoridos por
una travesura, que muchas veces no fueron cosas menores, pero en ese tiempo, poco
nos importaba, lo que nos impelía era el “desmadre”, sólo eso importaba. Luego
por otro lado la escuela, iba haciendo su gradual y profundo trabajo, escuchar
las historias del maestro en primaria, que si en la prepa hacían esto y lo otro
(puras tonteras, que faltaban a clase, por ejemplo y cosas por el estilo) y
creer que el arribar a la escuela sería como un paraíso de inefable
permisividad por el hecho de ser jóvenes (el joven puede equivocarse en su
búsqueda, le está permitido); creo esa mezcla me hizo proclive hacia las ideas
propias del socialismo, sea: “la religión el opio de los pueblos”, “la
filosofía es para transformar la historia y no para interpretarla” y cosas
parecidas; teníamos como “mochos” a las personas que podían mostrarnos, un leve
o mínimo destello de algún tipo de rito que oliera a religión, éramos
hipersensibles a todo aquello que oliera a religión y había realmente una
aversión terrible hacia ello, una total
cerrazón ante cualquiera que pudiera darnos tan siquiera un viso de lo mismo,
había un rechazo absoluto y pleno.
Entonces tuvieron
que pasar muchos años para mí, para comenzar a reconsiderar este tema, que yo
creí resuelto hacia tiempo, ello llegó cuando hice crisis en mi matrimonio y
con la alta responsabilidad de conducir a una familia, mi escasa fe y mis
carencias económicas me llevaban a estados ciertamente muy lamentables en que “escapar”
por la puerta falsa no era algo imposible, en esas magras y terribles
condiciones fue que yo tuve varios “despertares”, ahora no podría afirmar si eran o no
alucinaciones, dada mi condición moral y espiritual, pero de que me cimbraron
definitivamente si que lo hicieron, sólo quisiera comentar dos eventos que
pudieron conmoverme, uno de ellos al salir del metro de la ciudad de México, un
niño de brazos se accidentó en la escalera automática y sangraba de alguno de
sus dedos, e iba diciendo: “papa, papa, papa”,.. de repente no sé ni cómo, se
me vino a mí la imagen de mi hijo el mayor y empecé a sentir un gran y profundo
pesar (fue como si se abriera mi conciencia por muy escasos segundos) y sentí
un terrible dolor en el pecho que no podía controlar, quería llorar, llorar
desconsoladamente, y no podía parar, decidí salir y buscar a una iglesia para
confesarme (no lo logre, no había servicio), decirle a Dios en su casa, abjure
de ti, te pido perdón,… De verdad que este evento aún que lo recuerdo a la
distancia de muchos años, logra conmoverme todavía; otro hecho que me pasó fue
una vez que recogía a mis hijos de la guardería y los llevaba a casa, el sol ilumino
para mí el paisaje, era de tarde y acababa de llover y prácticamente yo sentí
que esa bella tarde se introducía por mis ojos y sentí una bendita paz y quise
llorar, pero de alegría, fue una hermosísima experiencia, inefable. Así pues
con estos eventos (no sólo ellos, mas me pasaron) es que mi perspectiva comenzó
a cambiar y me convertí en una persona que buscaba, que anhelaba encontrar a la
fe, mi “padrino” de aquel entonces me decía: “a Dios no hay que entenderlo, tan
sólo hay que escucharle, es como un sonido que se percibe, como un murmullo (y
se colocaba la mano en la oreja)” y busqué, busqué por muchos años, estuve
adscrito al movimiento de los grupos de autoayuda por 15 años aproximadamente,
haciendo de todo: ahijado, padrino, servicio, lectura, escritura, tribuna,
cuarto paso, etc. cantidad de cosas que hice, ¿y mi casa?, ¿mi profesión?, ¿mi
persona?, ¿mi familia?, bien gracias, decía mi madre: “candil de la calle,
obscuridad de su casa”, tuve que entender ello
luego de todo esto, ubicado en Querétaro viviendo en condiciones muy precarias
y casi terminando mi relación con la que fue mi esposa, tarde comprendí que “ninguna”
dependencia humana, sea esta: un movimiento, religión, un conocimiento (me
recomendaron cantidad de gurús: Krishnamurti, por ejemplo, Khalil Gibran en un
tiempo yo leía), una creencia, una pareja, harán por mí, lo que yo no haga y
que todos ellos sólo serán tan significativos e importantes en la medida de su apreciación,
valoración y aplicación, pero sólo serán “recursos” para nuestra vida, no
podemos hacer que Freud nos dirija en todo por ejemplo (ironía), dado que ya
mas consciente después de muchos años, pude ver personas que prácticamente por
sí solas (sin ninguna filia o apoyo), habrían construido su vida, con sus “asegunes”,
pero habían salido adelante, ¡bravo por ellas!,..
Hoy, ahora,
entiendo que Dios no es algo que yo concibo, Dios, la energía, la luz, el
orden, el mismo caos, la entropía, las leyes físicas o espirituales, ya
existían antes que yo (el ser humano), que me adhiera o no a esa creencia es mi
prerrogativa, mi voluntad y mi ejercicio y que en la medida que lo haga
corresponderá la fe que pueda detentar y ejercer, ¿cuánta fe?,.., la que yo requiera
para: vivir mi día a día con cierto grado de bondad y caridad, con humildad,
con aceptación, con cierta ingenuidad hacia al futuro, con tanto amor como
pueda dar y recibir, y en verdad debo confesar que ahora no me siento adscrito
a ninguna religión (ninguna), por una simple razón, todas dicen lo mismo: “esta
es la real fe y las demás, todas son una mentira, una falacia, el camino cierto
está en nuestro camino” y me suenan tanto como los políticos mexicanos que
deveras digo no gracias, tengo fe en Dios, pero las religiones y sus guías
(casi todos), no logran convencerme de esta terrible segregación: “cree con
nuestra religión y serás salvo, sólo así”, esos determinismos absurdos y
absolutos no los puedo digerir, de verdad que no.
Bueno ya termino
este vericueto, se los dejo para que algo mas me conozcan, ¿para qué?, no lo
sé, quizás para aquel que pueda verse un tanto reflejado (como en lo grupos)
con este testimonio (escueto, cortado quizás o tendencioso, porque así me conducía
mi inconsciente, que se yo), gracias por haber leído hasta aquí.
Hermosa vida para
usted,..