Quién sabe si a
razón del estress, Yoltic ahora se encontraba en la fila interminable de “pacientes”
esperando a llegar al preciado destino de “contarle” al médico en turno (en la
salud pública en México, es imposible, dado el volumen de pacientes y los
escasos recursos que posee la institución, que se atienda debidamente al
paciente), cuáles eran sus dolencias y que le habían “obligado” a llegar a este
calvario, vía crucis, de esperar por asistencia médica, porque prácticamente
era eso, no más, no menos; en esa espera interminable, aburrida, soporífera,
depresiva y desgastante, pensaba en tantas cosas, rumiaba su coraje, su
impotencia, cada vez que veía la atroz indiferencia de todo el personal médico
y no médico, que laboraba en la institución, desde el guardia de seguridad que
se adjudicaba el derecho y prerrogativa, de evaluar a “ojo” quien si estaba
enfermo y quien se estaba haciendo “pendejo”, y consecuentemente se portaba,
con los que consideraba enfermos, más tolerante, no los molestaba y más si eran
ancianas que le recordaran a su madre o a su abuela (en México hay una especie
de “culto” hipócrita, y principalmente de personas de los niveles económicos bajos,
porque a las “abuelas” se les llama cariñosamente: “cabecitas blancas”, “madrecita”,
y palabras similares, y sin embargo ese supuesto “cariño” o amor, no les obliga
a tratar bien a sus mujeres y más bien el maltrato es el cosa común, el macho
mexicano no puede bajar la guardia a riesgo de parecer un “mandilón”, lo peor
que le puede pasar es que “alguien” pueda llegar a creer que su mujer lo pudiera
“mandar” o que lo induzca, o que lo “regañe” por algún error, que enorme
estupidez), y mientras esas “ideas” le pasaban por la cabeza, las enfermeras
entre sí platicando de puras “nangueras” y pintándose las uñas, “pues si
manita, ya te digo,..”; mientras que en la fila interminable, unos más otros
menos, ponían su mejor cara de dolor, para ver si los atendían más rápido,
fútil intento, esto no les valía, el médico los vería cuando le tocara su turno.
Yoltic reflexionaba, ser pobre en México (la mayoría de la población ya lo era),
es un acto de heroísmo aberrado, “bizarro”,
sin expectativas de futuro, vivir al día, casi que ser un “pescador” de
milagros cotidiano, las mujeres encuentran sus espacios, sus “oportunidades” de
poder allegar un plato a la mesa, desde lavando ajeno, planchando, siendo “chachas”
(apocope de muchachas), haciendo “tandas”, estafando a “alguien” con un préstamo
que no se paga, empeñando el refrigerador o la lavadora, o si no les alcanza
más la creatividad, “alquilar” su cuerpo en algún lugar, con el consabido
refrán, “según el sapo es la pedrada”, en el tema de “cobrar” por sus “favores”
y los hombres mientras tanto, ¿qué hacen?, posiblemente en la cantina o si no
les alcanza el poco dinero que poseen, en alguna esquina, “departiendo” con sus
camaradas, echando “desmadre”, buleando al que se deje, bromeándole, molestándole,
uh compadre, te pega tu vieja, yo en mi casa mando yo, no te dejes, no seas
guey.
Toda esta basura
le pasaba por la cabeza a Yoltic y en un momento se preguntaba, ¿valdrá la pena
escribir de todo esto?, ¿para qué?, si México ha perdido la esperanza con todos
los años sumergidos en tanta precariedad y latrocinio, no es por eso raro que
seamos “adoradores” de los mesías, de los superlíderes, “este es el camino,
crean en mi”, de los artistas de las telenovelas, hombres y mujeres, desean “empatar”
con ese “glamour” esa “limpieza” de gestos de los “ricos”, su cultura, sus
poses, sus valores; o si no alcanza a tragarse el vomitivo, de los jugadores de fútbol al menos, las “chivas”, los “águilas”, los “perros, los “pumas”; por eso
la pasión futbolera o por las telenovelas; los preciosos anhelos humanos devaluados,
deformados, y postergados por tanto tiempo, que algún día quisieran verse “realizados”
y la telenovela, la “tele”, nos “pinta” esa “dulce” posibilidad, el “soma” que
nos seduce y nos pone la cara de “tontos”, románticos de suspiros, ilusos, ya
lo decía el buen Chava: “a que le tiras mexicano cuando sueñas”, todo ello
pues, pasaba por la mente y corazón de Yoltic en esa espera que parecía
interminable.