Si encontramos en la noche, la soledad y el olvido….
Soledad que….nunca nos abandona, que no se va definitivamente, y que deseamos olvidar, perder,…
y no, nunca se nos va o se nos pierde,…
siempre está allí agazapada, tranquila, paciente esperándonos,…
sabe que nunca le perderemos….
lejos del mundanal ruido, de las caricias espontaneas o no, de las frases
acompañantes o no (de odio, del rencor más bien), siempre está allí
diciéndonos, recordándonos nuestra débil condición de criatura,…
anhelante de hacer huir esa insistente “soledad”, ese “vacío” que deseamos
ahuyentar, extinguir y no, nunca realmente sucede,…
siempre la soledad nos insiste,…, nos espera,…
Olvido,…
que deseamos tener, poseer,…
de aquellas cosas y “objetos” que poseímos y que no nos gustaron,…
tanto, demasiado,…
creímos que se habrían ido,…, extinguido, pero no,…
el remordimiento de nuestra conciencia, que nos insistía,…
“no debiste”,…
decir o prometer “aquello”,…
amor, “siempre te amare”,…., “estaré contigo hasta la muerte”,…., “confía en mí siempre”,…
maldecir en un momento dado de coraje, de pasión malsana desbordada,…
de un miedo atroz, orgánico que nos invadió en algún momento de debilidad, de un miedo sensible, inedintificable,…
Nada se perderá,…y nunca en verdad se fue, se olvidó,…
esta allí insistente,…, renuente a perderse,…
la “sombra” de nuestra silueta, nuestro ser,…