Ya decíamos en líneas anteriores que el artista debe manifestarse libre
y genuinamente para poder expresarse, cada vez mejor y más certeramente, sobre
aquello que le conmueve, que le conmina y que le urge a hacerlo, sin embargo, ¿qué
acontece en su derredor y que de alguna manera puede llegar a impactarle?, la
dificultad, muchas veces extraordinaria, de encontrar los conceptos, las
palabras, su orden, su discurso, y la confianza para decirlo, puede recibir una
“X” respuesta, que va desde: la clara indiferencia, la burla, la ironía, la crítica
razonada, positiva o negativa, o netamente opositora. El escribir no nos hace
invulnerables, infalibles o eternos, sino todo lo contrario, el escritor que
vierte líneas en un papel, debe saber que su escrito, con razón o no, puede
provocar una respuesta inesperada, muchas veces uno pudiera creer que va a
recibir una cálida acogida, y no, no sucede esto en absoluto, en lo personal
esto a mi me ha pasado no pocas veces, sin embargo, como comentaba en líneas anteriores,
el escritor debe partir desde su vena mas apasionada, aquella que casi le
impulsa a no quedarse callado, que si al principio de su quehacer no logra más
que una expresión muy pobre, errática, abstrusa, fea, o nada estética (según los
canones) y no llega conmover a aquellos a quienes le lean, no importa, el
escritor de no arredrarse o amilanarse, y persiste en su tarea, poco a poco y
gradualmente, podrá ir encontrando ese “arte” expresivo y en ello coincido
plenamente con lo que dice la vox populi, de que “la práctica, hace al maestro”.
No obstante esta critica que es plausible y demostrada con indiferencia o
abierto rechazo, hay otros efectos que pueden “afectar” al escritor, unos son
delicados, graves, y otros, no tanto, entre los primeros está el hecho de que
lo que se plasma en un papel, puede ser tomado no como un discurso inquisitivo
o alegoría estética alucinada, sino por el contrario darle el cuerpo de una “amenaza
letal”, vemos que en las sociedades en que no hay un discurso articulado y solo
se imponen las maquinaciones para poder prevalecer, los “contrapesos” de la
maquinaria de este sistema, están muy finos y muy sensibles y cualquier crítica
o señalamiento contrario a este, se verá como una severa amenaza, como claramente
una intromisión invasiva al “stablihsment” o el status quo y como consecuencia,
puede llegar a perderse entonces la vida o la libertad (caso reciente Berta Cáceres),
definitivamente que si, el escritor debe saberlo anticipadamente, que en la
medida de su pasión y expresión, podrá enfrentar esta posibilidad, preguntándose
entonces, ¿valdrá la pena decirlo?, ¿valdrá la pena? Para una respuesta razonada,
yo me acuerdo de los años 60´s en México, DF, el movimiento estudiantil en todo
su apogeo, los líderes del CNH (Consejo Nacional de Huelga), se decía en los
medios, que estaban “infiltrados” por poderes extranjeros, “troskistas y
anarquistas, comunistas”, de algún lugar externo a México, o sea, que se
encontraban rompiendo nuestra “soberanía nacional”, que eran subversivos, una verdadera
amenaza para el país, y los que sobrevivimos a este pasaje obscuro y sangriento
de nuestro país, sabemos que allí perdimos la “inocencia” como nación, ¿de qué valían
los héroes muertos o acribillados, en esa plaza?, luego como, ya desmembrado el
movimiento, se fue machacando todo vestigio (año 1971, los halcones) y
posteriormente las guerrillas en Guerrero y diferentes regiones, Lucio Cabañas,
Genaro Vázquez, prácticamente todo movimiento significativo, contrario al
gobierno, se fue aniquilando, primero brutalmente, luego ya de manera “suave”,
firme y selectiva, luego con propaganda, el concepto democracia todavía se
maneja como un producto de sometimiento, y recién llegando ahora, “estrenando”,
las candidaturas ciudadanas independientes, mientras que el artista o escritor,
canta versos y hace “performance” de todo tipo, los poderosos, los que siempre
han estado y seguirán estando, quien sabe por cuánto más, ellos no se tientan
el corazón para acallar no solo una voz, sino todas aquellas que lo hagan y
puedan significar un verdadera amenaza para dicho status quo, luego entonces, ¿deben
quedarse calladas esas voces, nada decir?, en verdad que no lo creo así, estoy
plenamente seguro que podemos manifestarnos tozudamente, constantemente,
reiteradamente (todavía hay espacios donde se pueda hacer), y que poco a poco, ese
discurso nuestro o expresión, tendrá el debido eco requerido, porque volviendo
a lo dicho, se busca o se pretende, cambiar a nuestro entorno, nuestro espacio,
a través del arte, nuestra expresión artística.
Bueno, seguiremos más delante. Saludos.