Escuchando un breve discurso de Berta Cáceres cuando recibía un premio
en un evento, escribo esta sección, la pasión de escribir es básica y
sustancial, ¿qué nos conmueve, que nos impulsa a escribir?, ¿por qué escribir? Las
necesidades y resortes que pudieran impulsarnos pueden ser muy variadas, y hay
quien dice que el “arte” debe ser una manifestación casi mágica y unipersonal
muy genuina, y que debe de obedecer primordialmente a esta necesidad del
individuo a su propia expresión hacia la comunidad, es su “marca, su sello”, su
voz, es la forma en que habrá de decirle o expresarle al mundo, sí, yo existí,
yo fui, yo soy, yo pienso así. Y por otro lado, habrá quien diga que lo
primordial en el arte es la transformación del mundo, y otra vez, de nueva
cuenta, coincido con las dos partes, sin lugar a dudas creo que cada individuo
que escribe debe dejar su “marca o su sello unipersonal”, y hay quien dice, que
tal genuinidad es una ñoña aspiración ya que somos clones que nos reproducimos
en una sociedad estructurada, hay quien dice que este concepto de la
individualidad solo es un mero producto más del motor económico, que nos
conlleva a ilusionarnos con dicha individualidad y anhelo de la misma, bien podría
ser así, solo ser un mero impulsor que nos haga más llevadera nuestra vida, un
poco menos gris, pero que la realidad que realmente importa, es aquella que nos
lleva a comprar, producir y consumir, y es la que es “valiosa”, la que crea una
economía, un estado o una nación, no obstante este aplastante discurso,
disecciono al ser humano muy a mi manera, en dos grandes partes, la una es la común,
cotidiana y visible, la corpórea u orgánica, la sensible real, porque esta es
la que nos permite esa relación con el mundo, la materia, el nos, el uno que
observa al mundo, al universo, y que prácticamente el primordial órgano perceptivo,
es la mente, la psique y como ya decía en el escrito anterior, esta dialoga
internamente, discute, filosofa, en palabras, conceptos, y claro que “ve” y
recuerda imágenes, pasajes, sueños, anhelos, olores, sensaciones, miedos, pero
el hilo conductor es la palabra, lo conceptual que va hilvanando a su yo, que
le da un sentido y existencia, que le traduce, sintetiza, es la palabra, el
discurso y este mismo pudiera verse influenciado de muchas variables, la edad,
el género, el culto (la cultura), los arque y estereotipos, la moral social, el
entorno, la historia familiar o de una región o nación, el encono, los anhelos
o los miedos. Todos ellos pueden coexistir y crecer o disminuir o hasta
agotarse unos con los otros, bien se dice que el peor enemigo de nosotros, somos
nosotros mismos, y podemos ver en un momento dado, el grado enorme de
sometimiento de una nación entera, el caso México es significativo, es casi allí
donde se puede ver la frontera entre el individualismo y la sociedad, en la que
vive este ser, parecen diluirse, el individuo, que no puede ser ajeno “per se”
de su sociedad o entorno, al expresarse, pudiera transformar su mínimo espacio
o frontera, y que a su vez esto genera un cierto movimiento como una onda en el
agua, y otra vez hay quien dice y reitera, que el cambio, el señalamiento, es
urgente, que es vital que ya se dé, que ya no debe permitirse ya mas esta
injusticia o aquella, y si coincido en ello (es urgente), sin embargo muchas
veces, expoliados por esta retorica fuertísima de los hechos y las injusticias
terribles, se han gestado y elevado a los grandes locos, megalómanos terribles
que se sienten “imbuidos o iluminados” por una causa suprema que debe aniquilar
a toda aquella que no le corresponda, y otra vez, el imperio de la locura sobre
la razón, es como un “reset” de la sociedad y todas sus estructuras y seres; y
recomienza otra vez, el ciclo.
Yo creo, con cierto tiento, que la sociedad moderna, no debe de derruir
toda una sociedad añeja y estereotipada (según quien lo vea), para que otra prevalezca
o trascienda (lo han pretendido hacer todos los conquistadores de todas las
etnias y colores), me niego deveras a creer o considerar esto como el camino más
cierto y plenamente justo, yo creo, sin lugar a dudas, que hoy por hoy, ya
tenemos esta sociedad y mundo, tal como esta, y debemos aceptarlo y medirlo tal
cual como es, que esto ya no puede cambiarse o borrarse, ni a las personas, ni
los constructos (hay quien piensa que si, que el “nos”, mío y de mis pares, debe
acabar con lo disímbolo, lo que no nos corresponde), la crítica o la disidencia.
El mundo actual, pésele a quien le pese, esta globalizado y hay que asimilarlo
de este manera y no huir despavoridos del concepto; el mundo, la economía, las
religiones y la política, todo está “globalizado” y esto deveras ya lo saben
los grandes poderes mundiales que nos gobiernan, hay que admitirlo y partir
desde esta base, en resumen, el arte obedece a una manifestación que debe
pretender ser unipersonal y genuina y que esto mismo, eventualmente, incidirá de
alguna manera (sin consignas, sin banderas o inclinaciones) en una sociedad más
amplia y más versátil, inclusiva y tolerante.
Bueno hasta aquí dejo esta sección, saludos,..
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