sábado, 30 de abril de 2022

Personalidad,…

“Cada cabeza es un mundo”,…

“Los piscianos son seres sensibles, inteligentes, etc. etc”,…

Arquetipo (desde wilkipedia).- Un arquetipo es el patrón ejemplar del cual se derivan otros objetos, ideas o conceptos. Es el modelo perfecto. En la filosofía de Platón se expresan las formas sustanciales de las cosas que existen eternamente en el pensamiento divino.

Estereotipo (Wilkipedia).- Se conoce con el nombre de estereotipo (del griego: στερεός [stereós], «sólido», y τύπος [typos], «impresión, molde») a la percepción exagerada, con pocos detalles y simplificada, que se tiene sobre una persona (o cosa) o grupo de personas (o cosas) que comparten ciertas características, cualidades y habilidades, que busca «justificar o racionalizar una cierta conducta con relación a determinada categoría social».​ Regularmente los estereotipos son una preconcepción generalizada que obedece a un conjunto de creencias sobre cualidades y atributos que se adjudican a un grupo de personas, en donde se ven mezclados elementos culturales, sociales y económicos que resultan en la representación rígida y falsa o inexacta de la realidad.

Yo he notado que el ser humano para “reducir” el miedo, la incertidumbre, la “duda” (cualquiera esta sea), “modelamos”, “fulanito o fulanita es,…, así, asa,…, tiene mal carácter, es débil, es ociosa, es vago, flojo”, etc etc., el conocimiento (gnosis) de estos modelos que fabricamos internamente y que creemos “infalibles”, ciertos, nos “permitirán” según, cierto auto control, cierta certeza del comportamiento que debemos tener con dicha persona, sin embargo, ese “conocimiento” o “modelo” configurado, es quizás desafortunadamente demasiado incompleto, sectario y en demasiadas veces igual, “fallido”, prejuicioso, limitado, quizás hostil o de menos incompleto.

Caray que pena que nuestra percepción diaria, rutinaria, y comportamiento consecuente [1] este plagado de estos “constructos” que hemos ido adquiriendo a través de toda nuestra vida, ¿ejemplos?, muchísimos desafortunadamente: los “gringos” son así o asa,…, los mexicanos son flojos, “frijoleros”, machos (caray creo que algunos si son,…, sorry camaradas), pendencieros, mujeriegos, valentones (todos ellos derivados de las películas antaño del cine “dorado” mexicano), yo soy chilango y lo mismo, cantidad: los chilangos son “tranzas”, mentirosos, pancheros, corruptos, ególatras, etc etc., el etnocentrismo como motor de imagen y opinión.

De chiquito yo buscaba “definirme”, buscaba parecerme a “alguien”, obvio que buscaba “modelos”, si mis hermanos, mi familia, no me alcanzaban (uchale demasiado: “prietos”, “feitos”, pendejos, extraviados, tontos, “tonchos” = palabra usada por mi ex que significa tontos o pendejos, “lerdos” o lentos o que se yo,…, “loosers”), buscaba yo en las afueras de mi entorno, mi casa, un artista (cuando pequeño era súper fan de Pedro Infante), Jim Morrison (me encantaba su actitud rebelde, contestaría) y así,…, los “modelos” que alcanzaba a ver, provenían de los escasos “recursos” que tenía a la mano: la caja idiota (la TV y mexicana = Televisa o TV Azteca), con su infinidad de horas de melodrama y novelas, ídolos “falsos”, estereotipados prácticamente todos, “el joven de éxito fuma alitas o Raleigh”, y yo empecé a fumar temprano (desde los quince años), no podía ser “menos” que mis demás amigos o conocidos, menos hombre, menos “aventado”, no podía quedarme atrás y por ello lo empecé a hacer (fumar) y cantidad de comportamientos de todo tipo, esto es, me “amoldaba” a lo que el líder de ocasión apuntara (“júntate con los ganadores”, dice el refrán, “a la tierra que fueras, haz lo que vieras”)…

Y así toda mi vida, prácticamente desde mucho tiempo, he querido “empatar” con “alguien”, con “algo” pertenecer, identificarme, agregarme antes que segregarme aislarme y vaya que ha sido incesante, escabroso diría, igual con la “pareja”, buscar esa parte “complementaria”, esa media naranja que algún famoso establecía como “complementariedad” (no recuerdo si Fromm o alguien más), pero le buscaba “afanosamente”, desde mi soledad, mi precariedad del Lobo Estepario (de Hess), que debo decir abiertamente que si me sentí harto identificado con el personaje principal,…, pero igualmente esta búsqueda y encuentro lo habría “configurado” desde todos estos prejuicios que yo arrastraba, inmadura pues la vista yo tenía una idea o percepción de la mujer que debía ser mi esposa, errónea, limitada, totalmente equivocada de ella y si creía que debía “complementarme” o “reconstruirme” de algún modo o manera, que tenía obligaciones “forzosas” que no podría evitar o negarse, que en cierta forma y dada mi “construcción” de macho borracho, equivocado, limitado, pues como comúnmente decimos en México: “la cague, la cajetee, me equivoque de muchas maneras y modos y demasiado tiempo para ir comprendiendo “algo”, solo lo básico,…

Todos estos “condicionamientos” (modelos preconcebidos) no podría dejarlos o quitarlos como se quita un traje, un saco, desafortunadamente son parte de “nosotros” están entramados en toda nuestra “psique”, noción o percepción de los demás seres que me rodean, pero hoy apenas a mis 67 años (dice así mi acta carnala), ya sé que los tengo, este “bagaje”, este “lastre” que traemos creo todos los humanos,…

Hoy lo quise compartir,…, gracias,…, abrazos,…


[1] El efecto Lucifer de Phillip Zimbardo, que relata un experimento donde se “influencia” a un grupo de personas diciéndoles “mentiras” de otro grupo y lo mismo al otro grupo y como esto condicionaba su comportamiento y Zimbardo va avalando su hipótesis de trabajo, con cantidad de referencias históricas, Haití cuando hubo un cambio de régimen con resultados terribles.