Se dice: “piensa mal y no erraras”, “la confianza se gana”, “se tarda
mucho en obtenerla y rápidamente puede perderse”, y claramente tienen mucha
razón estos dichos, el ser humano falla más que acierta, dice House: “todos
mienten”, y es muy cierto, cada quien expresa, lo que cada quien cree
pertinente revelar, hay quien dice: “este secreto me lo llevo a la tumba”. Total,
si dijéramos todo lo que pensamos y sentimos todo el tiempo, nos veríamos en
serios problemas, porque el ser humano casi nunca está apto para conocer TODA
la verdad de sí mismo o de su vida, porque este encuentro descarnado con esta,
seria exageradamente doloroso y extremo, y que en algunos casos, podría
llevarle a perder definitivamente el juicio o la razón; luego entonces, la
negación, la ensoñación, la fuga, el victimizarse, la transferencia y todos los
mecanismos similares, son todos recursos del ego, para evitar el dolor y el
sufrimiento por la cruda verdad o realidad, que podemos percibir, ya que nadie
es totalmente ajeno a ella.
Luego hay además, quien dice: “yo soy franco, sincero y directo” (claro,
con los demás), ¿pero con las fallas propias?, toc, toc, ¿hay alguien?,.., por
lo regular no, hablar y opinar de los pecados y defectos del vecino resulta
relativamente fácil, dice la Biblia: “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga
en el propio”, así es y hasta consideremos que esa persona y yo, nada tenemos que
ver, “no hay química”, como que somos dos clases distintas de humanos, poco a
poco, de esa profunda y sensible creencia o sentimiento, va naciendo la discriminación,
la xenofobia, las clases, los seres de primera, segunda y los de tercera, desde
allí no está lejos el llegar a creer que su aniquilamiento no es una mala idea.
Una forma fácil de visualizar la confianza, es que es similar a la fe,
ambas son sinónimas, ¿tengo confianza?, quiere decir, tengo fe:
“Mama, voy a llegar temprano, anda mija, ve,.., confío en ti”
“Mañana te pago, claro que si hermanito, no te preocupes”
“Mañana nos casamos, claro que si, confío en tu palabra”
Todos ellos ejemplos de esa confianza que otorgamos a otra persona, sin
mediar otra cosa más que la voluntad de que se cumpla en el tiempo dicho, yo
como padre, ahora sé que mucha de la confianza que otorgue a mis hijos, en
algunos puntos, fue excesiva y en otros, al dar etiquetas (es un prejuicio que
se establece como verdad) los pude lastimar y lesionar su espíritu y su propia
confianza.
Entonces, ¿qué podríamos concluir?, La confianza es un bien, que al
darla y otorgarla, debemos saber anticipadamente que no nos garantiza el 100%
de un resultado esperado, no es un contrato que debe pagarse, sino al paredón,
casi siempre en las relaciones superficiales, se sobrellevan bien ambas partes,
pero cuando las relaciones “escalan”, hacia lo intimo, la “confianza” inicial
se trastoca, para bien o para mal, pero la mayoría de las veces, para mal,
porque de entrada nos habíamos hecho grandes expectativas anticipadamente y
rebasando ya los filtros, nos damos cuenta de “detallitos” ciertamente incómodos
y molestos, ¿de qué tipo?, de todo tipo, sus hábitos, sus defectos, su tono de
voz, etc etc, muchas veces, en la primera escalada, ya se trueca la confianza,
y como el jarrón roto, ella aunque se peguen los pedazos, no podrá ser
reconstruida.
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