Por enésima vez, escribo desde mi propia perspectiva de 60 años y no
porque quiera tener licencia para ser una persona adusta, rimbombante e
importante (pedante), nada que ver, he conocido gente terriblemente equivocada
a estas edades, que en verdad asusta, solo refiero a la edad para decir que han
pasado muchos años ha por mi y muy seguro estoy, no los aproveche al 100%. También
la referencia es para acceder al hecho de que viví esas etapas de las que
quisiera algo decir, la niñez, la adolescencia, la adultez y ya ahora la vejez,
empecemos pues.
La niñez, esta etapa muy hermosa si, esta época en que la fantasía se
enseñorea de tal manera, que puede uno imaginar tantas cosas, pareciera que el
mundo se presenta como si nuevo fuera, cada día, hermoso deveras, ¿crisis en
esos tiempos?, no, creo no, acaso pasajes que pudieron tocarnos y nos marcaron
para siempre, fue de allí que arrostre varios traumas que tarde demasiado
tiempo en reconocer, aceptar y superar, el pequeño es un ser “esponja”, suma
todo lo que ve, vive y observa, de allí yo tome también recuerdo, cantidad de
personajes, como mis ídolos, quería cantar como Pedro Infante, sufría como él
en sus películas locas, desquiciadas, ¡torito!, ¡torito!, la chorreada, tantas películas
y todas yo las vivía como si fuera el personaje. En resumen, esta etapa es
donde se “carga” mucha de la información y valores que habremos de llevar por
largo trecho en la vida, igual que los miedos y los traumas. ¿Qué es un
trauma?, es una experiencia (no una ilusión), que nos trastoca toda la
perspectiva y sentimientos que regularmente traíamos, cambiando definitivamente
todo nuestro comportamiento, de manera significativa.
La juventud, es todo un tema, es una etapa verdaderamente climática, sistémica,
jajaja,.., los sociólogos y especialistas han dado ya algunas luces al
respecto, es donde se hace la separación o redefinición de los valores que
vamos arrastrando desde la niñez, aquí se enfrenta de manera literal todas las
creencias que veníamos trayendo y cara a cara, con los nuevos conceptos que
empezamos a reconocer en nosotros o en otras personas, se “caen los ídolos con
pies de barro”, primordialmente las figuras paternas, allí las redimensionamos
y desafortunadamente muchas veces, no dejamos nada rescatable, fue mi caso,
pero al no haber ese “rescate”, de los valores que tradicionalmente llevamos,
estas figuras pierden toda dimensión, valor e importancia, realmente se
critican a tal grado que es como si una verdadera bomba nos explotara sus imágenes
y estatuas, sin dejar casi ningún rastro (no en todos los casos), y el ser
humano tan huérfano, tiene que reponerlos, y yo lo hice así, esa despersonalización
me llevo a idolatrar a todos mis personajes de juventud y que todavía quiero,
anhelo, oigo y leo, los grupos y artistas musicales de aquellos tiempos
(drogadictos todos ellos o borrachos, muchos de ellos murieron por eso mismo),
los años 60’s, todos ellos extranjeros, ingleses, gringos, primordialmente; sin
yo saberlo, me iba despersonalizando a tal grado, que luego de algún tiempo,
creo difícilmente alguien de mi familia podría reconocerme y de hecho yo tenía
serios enfrentamientos con mi hermano mayor, que me llamaba a cuentas
insistentemente. Este mismo conocimiento también lo reviví con mis propios
hijos, y también yo tuve que pagar esta factura, ya ahora solo les digo, cuando
pase el tiempo, quizás lleguen a comprender, que los padres, perfectos no
somos.
Luego, la adultez, en mi caso llego esta como la humedad, gradualmente
(muy, gradualmente) y creo todavía ahora no acabo de concluir, todavía adolezco
de tantas fallas, que yo mismo me reclamo y me llamo a cuentas de tanta reiteración
y tanto yerro, pero regresemos, me preocupaba que las personas mayores no me
creyeran mis propósitos, esfuerzos, trabajos y creencias, quería ser tomado en
serio, quería que se me considerara como una persona madura, sabedora de las
consecuencias de sus actos, responsable, y mucho tiempo viví queriendo jugar
este papel, este rol, ciudadano, esposo, pareja, padre, empleado, etc. Sin
embargo, como iba arrastrando tantas carencias internas, no acababan de cuadrar
los balances, entre mis creencias, no creencias y la realidad de los
resultados, de continuo me cuestionaba mi proceder, sin embargo mi orgullo no
me permitía doblegarme, no podría admitir que me había equivocado rotundamente,
muchas veces, en la oscuridad y en el silencio de algún lugar lejano, reconocer
este hecho clara y definitivamente, empezar a romper radicalmente todos los
paradigmas habidos y por haber, para encontrarle algún sentido a todo, armar el
rompecabezas de mi vida, comprender el desmadre de mi vida toda. Y ahora, todavía
me siento que sigo en ello, pero con otro elemento adicional, ya todo sucedió,
nada puede retrotraerse para ser corregido, ya paso, solo ahora es, admitir,
tal cual los hechos y asumir el cargo de consciencia, no evadirlo, asumirlo y
en todo caso pedir un perdón sentido, intimo hacia Dios, para apaciguar un
tanto la culpa que se siente con la consciencia clara del mal proceder e
instintos.
Ya a estas alturas de mis 60 años, ¿qué quiero para mí?, en verdad que
poco y mucho a la vez, terminar este balance interminable, heredado de mi vida
loca alucinada, luego de ello, espero llegar a ver a mis hijos y nietos, encaminados
en su vida, sin tantos perjuicios por mi heredados, ¿de los demás?, que cada
quien haga su tarea, allá ellos sin no la quieren hacer, es su prerrogativa y decisión,
yo no soy quien ni censor del mundo y de su gente, cada quien resuelve darle
salida a sus conflictos, de la manera que él quiera y desee, alguien quiere
tejer, bueno, alguien quiere bailar y cantar, bueno,.., alguien quiere
enamorarse tontamente,.., bueno,.., vale,…, vale todo,.., lo importante es redefinirse,
replantearse, amarse un tanto, vivir y seguir adelante, ¿hasta cuándo?, hasta
que se caiga el telón de nuestras vidas,..
Les quiero,..
(¿a quienes?)
a todos, a mi gente, a mí,.., a todos,..
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