volví a mentir de madrugada.
Recuerdo que era jueves
había flores y revistas en la estancia.
Alguien susurró minucias
cosas simples
que rodaron al abrirme paso entre las ramas.
Pero la memoria falla
se pierde entre manos repletas de doblones.
Sólo se que reincidí como mendrugo razonado,
como reflejo que intercepta la mirada ajena,
fino fraude redentor
que me hace serpear saliva
detrás de mi garganta plana.
Y he jurado
(y vuelto a jurar)
que mientras no reviente de hambre
y me extienda sobre largas
bebidas
dromedarias
me quedaré quieto
aquí sentado,
a la orilla de este lago Alberto
atento a escuchar
el aleteo temprano de las garzas,
sorprender la transparencia de la brisa
que corre a ras de agua
y recordar
palabra por palabra
aquel limpio tono de la mentira.
Alejandro Rozado
Los gallos no
existen y otros poemas
ISBN-968-5855-00-5
2003
Editorial: Molino
de Letras
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