Eran como las dos
de la tarde, se encontraba el sol colgado en la parte más alta, Antonio sacaba
la lengua entre los dientes y musitaba en silencio: no llega aquí nadie, ni
siquiera un ladrón para asaltarme, ¿por qué tuve esta fabulosa idea?, aquí en
este desierto, no se mueve ni una puta alma, ni un jilguero, ni nada.
Esta historia
pareciera se repitiera como un carrete, que se estuviera rebobinando de a
tiempo y tiempo, ya le había pasado muchas veces, aquella vez que tuvo la
maravillosa idea de irse de raid a viajar por todo México y termino el dichoso
viaje luego de unos kilómetros porque vio a un tipo torvo que sintió que le
esperaba. Luego la historia de Zenaida, esa linda mujer que alguna vez le hizo
transportarse al cielo con su cálida sonrisa, el perdió su alma en ese instante
y luego pensó que tendría que hacerla suya aunque tuviera que casarse, sin
embargo cuando él se aproximo a con ella, la chica no demudaba el rostro, para
su asombro Zenaida era ciega y algo retrasada, siempre así reía, todos lo
sabían.
Pensaba y pensaba
y no atinaba a lo que tenía que hacer, Dios mío dame una señal, persisto en
este desierto de la nada, esperando un milagro ¿o que?, ¿me retiro?, ¿me
vacaciono, que?, ¿que hago?, no se mueven ni las moscas, y mi reluciente
producto casi siento que se va a echar a perder y habré de tirarlo o regalarlo,
quiera Dios que eso no tenga que hacerlo, me costó tanto el emprender este
changarrito, luego de que me corrieron del trabajo, me dijo mi jefe: “sabe
Antonio como está la economía del país ¿verdad?, ese puto personaje que
escogimos de presidente nos está llevando a la ruina, lo sabe ¿verdad?, bueno,
el caso es que por más que le busco y le busco, no encuentro otra que pedirle
se retire de con nosotros, usted ha sido un baluarte para este empresa, pero el
día de hoy, ya no me alcanza ni para mis chicles, así es que le pido, le ruego,
me pueda entender, que ya no puedo darle más trabajo, ¿cómo ve?”.
Hubiera querido
decirle en ese instante tantas cosas, que si a mí que me importa ese puto
personaje, que si podría mejor correr a su sobrino que es un tremendo
huevonaso, que si mejor se pusiera las pilas y se pusiera a vender y no andarla
pendejeando; pero no, me quede callado como tantas veces, solo puse mi cara de
pendejo y alce las manos y levante mis hombros y lo único que dije, bueno,
entiendo, y agache mi cara para que no me viera como casi se me salía una puta
lagrima, contuve un suspiro y casi no entendía lo que debía hacer o decir en
ese instante, escuchaba lo demás que me decía como si estuviera en un sueño y
no percibiera bien, se escuchaba como un murmullo: “vaya con la contadora para
que le liquide y por favor entiéndame y quiero agradecerle todo su apoyo, bla,
bla, bla”,..
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