¿Puede a un alma intranquila, inquieta solicitarle prudencia,….
medir todo el peso y la dimensión de
las palabras, su extensión,..
su proyección,.., su acción,…,
sus efectos?,..
¿Qué se quiere demostrar, o a quien
se quiere convencer?,..
¿qué necesidad de
afianzamiento?,..
El único que debe convencerse es
a uno mismo,
decantar ya las cosas,
aceptarlas,..
el artilugio de la libertad de
expresión,..
es tan sólo un mínimo grito que pretende
convencer a los demás,..
de algo inseguro en mi,..
Para que por cierta extrapolación yo me
la llegue a creer,..
que soy malo,…, que soy bueno,..,
que a medias soy,..
Debo ser muy cauto y medido del
efecto de mis palabras en los demás,..
ya que los demás no deben
convencerse totalmente de mis cosas,..
cada quien ya tiene sus propias
definiciones, ya de sí, ya de mí,.., de su entorno,.., su vida,..
Y estas no varían,.., podrían ser
justas o no,..
eso no me corresponde saber,
resolver, decidir, inclinar a la balanza,..
así las cosas, el mundo, la vida
es,..
Lo principal y trascendente para
mi,..
es mi propia percepción,.., mi
propia definición, mi “verdad”,..
esa intima tan propia,.., tan mia
es y que es la que me acompaña
todo el tiempo,.., y que la llevo hacia
cualquier lugar o espacio,..
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