miércoles, 2 de noviembre de 2016

El hijo,..

Quisiera,..
no irrumpir en tu espacio sagrado,..
aquel donde se mecen,.., sentimientos,.., fragores,..
esperanzas,.., sueños,.., ilusiones,…

Donde nace el amor,.., como en hermoso venero,..

Quisiera no tocarle,.., dejarle,., que tan solo vibre,..
que no deje de tremolar,.., que irradie su calor y su color,..

¿Variante?,.., este empieza quizas rosa,.., violeta,.., luego azul,.., intenso,..
y si,.., no cabe ninguna duda que el hijo es nuestro testigo fiel,..
nuestro carnal,.., del alma testimonial,..

Del alma,.., que nos vibra,.., que poseemos,..
no es nuestra,.., solo está asociada,..

Y la mujer está más cerca de sentirlo,.., le lleva dentro,..
le siente crecer,.., desde que el nace,..
le intuye,.., le sabe,.., lo siente,..

¿Amar al alma?,..
¿y su clon,.., su extensión, su producto?,..
claro,.., parece la respuesta ¿lógica?,..


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