sábado, 25 de abril de 2015

Novela (10a entrega)

Yoltic ponderaba todo lo que percibía, y en esencia, el ser humano completo, sin distinción de género, raza, edad, lengua, país, condición, creencia; era un ser sumamente valioso; la consabida frase: “ser o no ser”, o “la vida es sueño” o de Manrique, por decir algo:

“Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte, tan callando;

Cuan presto se va el placer,
como después de acordado, da dolor;
como a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado fue mejor”

Hablan todos de la futilidad de la vida, de su vanidad; Yoltic luego de mucho reflexionar, también había logrado tener o decantar un pensamiento: “la vida, un segundo es, recién nacemos y luego, cuando ya sabemos algo valioso, ya nos estamos despidiendo”, habría adquirido la consciencia del “valor” completo del ser humano, que a pesar de las grandes limitantes que él pudiera tener o poseer, que a pesar de las grandes “fallas” y “carencias”; el ser humano en su conjunto, sin distingos, se merecía el “bien” como un todo, la felicidad como cada quien la definiera, que son derechos inalienables que se habían perdido, el amor como un todo, la tolerancia, el respeto; y que ninguna entidad humana, aunque lo pretendiera, podría allegarlo, por razón de los “defectos” o cualidades “negativas” del ser humano, también inalienables, empezando por el egoísmo, que priva y campea siempre en nosotros, no hay quien pueda renunciar a ello, detrás de cada acto de caridad o de bondad, si muy posiblemente se anhela ganar el cielo por asalto, Yoltic veía que el erradicar al egoísmo humano, era algo así como cortar la mitad del ser humano, era como quitarle su esencia, el “quid” era que el mismo pudiera renunciar un tanto a ello, en aras del beneficio de alguien más, preferentemente a los seres cercanos que tuviera, un simple saludo, una escucha, una caricia, algo de comprensión, nada ostentoso, invasivo, algo tal como yo te doy, esperando que tu,..,  igual a no esperar una respuesta “x”. El desamor era otro “defecto” humano, parte capital de su equipaje, parte de la no aceptación del humano todo, ¿cómo podría amar plenamente una persona si ella misma no se quiere, no se acepta (con sus supuestos “defectos”, que no son tales, son parte del equipaje), se tolera, se devalúa?, por ello tan importante el aceptarse plenamente, no importando todos los constructos, etiquetas recibidas o autoinferidas, entender que todas ellas son como barrotes que nos colapsaba como seres humanos libres y que nos dañaron en la medida de que uno las pudo aceptar y asimilar, las hizo ciertas, propias, ¿quién es el culpable?, “Fuenteovejuna mi señor”.

El amor como un ideal, como se define en los grandes libros de todas las creencias, por los grandes escritores y poetas, es una aspiración, un “anhelo”, pero “colgarle” tal responsabilidad a “alguien”, es una gran maza, una gran piedra de moler; el amor es autogestivo, el ser humano tiene que desarrollarlo propiamente, ¿cómo?, Yoltic veía que podía darse de muchas maneras, pero poco a poco, nada de exigencias (el ser humano es lento en esos procesos, pretender que ipso facto, ya, es una aberración, una agresión), de decretos; que puede empezar con cierta apertura, ya que muchas veces el “ruido” que cada quien trae en la cabeza, impide la posibilidad de abrir esa ventana “virtual”, y no se puede apreciar u observar que la vida es una grandiosa maravilla, pletórica de bondades, valentía, belleza, amor (en gestos), color, y hasta en los actos más graves, pesarosos, pudiera ser muy posible “detectar” la enorme bondad, la solidaridad, el amor, en el simple ser humano muy común, nada heroico, sencillos actos, que sumados todos nos llevan a ver al ser humano todo, de otra manera, con otro rostro, podría decirse: hermoso, sin quitar o agregar nada, sólo así.

Yoltic, razonaba, reflexionaba en todo esto y como sus elucubraciones le habían llevado poco a poco hasta aquí.


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