Sh, sh, silencio, ahora ya
cae el telón de esta comedia trágica,
la actuación de
los personajes ¿como ha sido?,
pálida, muy
forzada, poco expresiva, pobre,
pareciera que los
mismos no pudieron bien expresarse,
se encontraban muy
detenidos, muy sometidos,
¿Por qué?, ¿por
quienes?,
Demasiadas cuerdas
sostenían a estas marionetas,
y los hilos de sus
actos se enredaron,
parecieran
insectos vagabundos, extraviados y equivocados,
dócilmente cayeron
aprisionados en la telaraña del destino,
con ansiedad frenética
deseaban liberarse;
su instinto vital
les compelía a dicha liberación,
pero cada vez más,
por lo trémulo de su desesperación,
terminaron de
enredarse en la cárcel de su ovillo.
Al comienzo de la
obra, empezaron bien,
y poco a poco, y gradualmente,…
ya no pudieron mas
saltar, moverse, bailar, vibrar,
¿Sus rostros?, del
dulce éxtasis,
gradualmente pasaron
de lo sublime a la desilusión,
ya sus rictus no
tenían esa alegría, esa paz,
inexpresivas ahora
ya sus caras, sus argumentos, su mirada.
¿Y el titiretero?,
¿qué?
de él poco se
sabe, casi nunca aparece,
unas cortinas
cubren su rostro y sus manos,
en la imaginaria él
se siente el fabricante de los sueños y las fantasías,
cree sentir el
poder de que a través de sus portentosas manos,
él podrá crear la
magia del arte y del amor,...
poder darle vida a los
elfos y a las ninfas, en esos pedazos inertes de cartón,
las leyendas, los
Dioses del Olimpo, el mar, el cielo, ¡todo!, ¡todo!
grandioso y embriagador poder,..
¿Y el espectador?
Este ser sin
identidad, sin individualidad, “la masa”,
eleva a estos
pobres títeres a la cúspide de la montaña,
para luego por
algún mínimo error,
enterrarlos profundamente
con su indiferencia.
“Necesita”
fervientemente lo aspiracional del arte y del artista,
su vida rutinaria, cotidiana, sin luces ni
sombras,
le exigen, le
reclaman, que “toque” algo de lo sublime,
e imaginan que quizás
a través de estos pedazos inermes de cartón,
podrán lograr
sentirse algo hermanados, con los gigantes de nuestra historia,
Romeo,
Julieta, El Quijote, Hamlet….
Su juicio, no es
individual y obedece al movimiento de la “masa”,
alguien grita “bueno,
bueno” y los demás dicen “excelente”,
nadie quiere verse
identificado con la duda: ¿esto es arte?,
yo no entiendo, no
me gusta, no me agrada.
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