martes, 12 de abril de 2022

Zita,...

A sus 10 años,…, reflexionaba, que “alguien” le habría quitado su vida y no quería devolvérsela, ya no era suya, no le pertenecía, tan solo ella obedecía,…, reflexionaba allí inclinada en la piedra del rio donde lavaba la ropa de sus hermanos varones,…, aunque al hacerlo, de alguna manera se “huía”, escapaba de su cotidianidad, de todas las ordenes y mandatos que todos le daban, “Zita, mi ropa, ¿ya la planchaste?,…, mira sonsa aquí ha quedado una arruga”,…, “tonta”,…, ni un gracias, ni un te quiero, solo la exigencia que era constante,…, las “señoras” ellas lavaban en grupo, allí en el rio cerca una de otra, ¿para qué?,…, para echar chisme, platicar y hablar de sus esposos y de los vaivenes de ser madres y esposas de nuestros padres, muchos de ellos,…, terribles, borrachos, mujeriegos,.., golpeadores,…, muchos años después, ya casada, escucharía las pláticas y los dichos de su cuñado Pancho, lo que contestaba cuando alguien le decía: “ya no tomes Pancho, te vas a morir de borracho” y el contestar: “no me he de morir de parto”,…, y así fue,…, pero de menos, no desgracio la vida de terceros el cuñado Pancho,…



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