Sobre el reflejo nítido, cristalino, del espejo de agua de la laguna de
Malinalco, despertabase Tecámac, el desde su sueño,.., apenas podría abrir sus
ojos con cierto pequeño pesar desde su profundo sueño,.., pues no habría podido
recordar cómo fue que el perdió la lucidez que le caracterizaba, ¿sería algo de
nostalgia, por recordar a su amada?, la dulce Malitzin que constantemente el recordaba,..,
su tierna y dulce mirada y con su voz, un acento notable, hermoso,.., producto
de su noble linaje que le daba de soporte,.., una constante educación que le
obligaban los cánones,.., los nobles señores,.., tutores que debían entregar
cuentas de su prodigio a los jerarcas de aquella bella comarca de Aztlán,..
Era una imagen notable, bella, preciosa, hermosa que robaba suspiros,
lo mismo a nobles guerreros, o grandes señores de todas las comarcas,.., y Tecámac
era solo un pequeño hombrezuelo que no habría cursado más que el cuadro básico de
los guerreros incipientes,.., nada más,.., solamente,.., la educación pública
que se les daba a todos aquellos que iban s servir al gran señor del valle,..,
ofrendando su gracia,…, su servicio y vida si fuera necesario,.., pero el recién
púber, casi niño, habría sido atravesado por la flecha del dios del amor y de la
fecundidad y estaba muy triste y resollando constante, constante,.., porque habría
sido abducida su voluntad,.., al verse atravesado por la mirada de tan hermosa
princesa,..
Año 400 antes de la Conquista,…
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