jueves, 16 de mayo de 2019

Pasajes de Aztlán,..


Sobre el reflejo nítido, cristalino, del espejo de agua de la laguna de Malinalco, despertabase Tecámac, el desde su sueño,.., apenas podría abrir sus ojos con cierto pequeño pesar desde su profundo sueño,.., pues no habría podido recordar cómo fue que el perdió la lucidez que le caracterizaba, ¿sería algo de nostalgia, por recordar a su amada?, la dulce Malitzin que constantemente el recordaba,.., su tierna y dulce mirada y con su voz, un acento notable, hermoso,.., producto de su noble linaje que le daba de soporte,.., una constante educación que le obligaban los cánones,.., los nobles señores,.., tutores que debían entregar cuentas de su prodigio a los jerarcas de aquella bella comarca de Aztlán,..

Era una imagen notable, bella, preciosa, hermosa que robaba suspiros, lo mismo a nobles guerreros, o grandes señores de todas las comarcas,.., y Tecámac era solo un pequeño hombrezuelo que no habría cursado más que el cuadro básico de los guerreros incipientes,.., nada más,.., solamente,.., la educación pública que se les daba a todos aquellos que iban s servir al gran señor del valle,.., ofrendando su gracia,…, su servicio y vida si fuera necesario,.., pero el recién púber, casi niño, habría sido atravesado por la flecha del dios del amor y de la fecundidad y estaba muy triste y resollando constante, constante,.., porque habría sido abducida su voluntad,.., al verse atravesado por la mirada de tan hermosa princesa,..

Año 400 antes de la Conquista,…



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