miércoles, 15 de abril de 2015

Motivaciones (tercera entrega)

Iba bajando en la mañana hacía prender su lap para seguir escribiendo, de continúo le sucedía, que en la madrugada le llegaban cantidad de pensamientos, ideas, conceptos, sentimientos que se arremolinaban en su cabeza y que de alguna manera no le daban descanso, tenía que escribirlos para poderlos “expulsar” o exorcizar y que sólo a través de ello, se diera una aeración y un respiro que le sosegaba y lo dejaba ciertamente algo tranquilo para continuar con su vida y fue allí, al ir bajando, todavía a obscuras y con los ojos casi cerrados, que se percató de un detalle; estaba seguro donde pisar con exactitud para no tropezarse, ya que había cosas en las escaleras desde hacía tiempo, que no acomodaba, no importando que “n” veces le solicitara su esposa, que les diera un sitio y un lugar, pero allí en ese instante, al bajar con seguridad, se recordó de esa definición de fe que había leído alguna vez: “fe es plena confianza en que hay un gato negro en la caja cerrada y obscura” que por alguna razón subyacente en el ser humano, hay quienes dicen o la definen como intuición, creatividad, embrujo, Dios, o cosa parecida, Yoltic se percató que esas razones motivacionales, podrían no necesariamente tener una clara definición, un rostro, una figura, una geometría, darse cuenta que la mente humana es como un órgano “virtual”, así como la mano o un dedo, si se ejercita de continuo, adquiere destreza y si no, esta pieza orgánica virtual, se anquilosa, se rigidiza, y como tal puede quebrarse, fracturarse; fue entonces que entendió que las motivaciones humanas, obedecen a un conjunto de factores contingentes, y que muchas veces por ello, es violencia el “forzar” u obligar al ser humano a actuar, sentir, o pensar como un robot, como una especie de gran rata de los experimentos Pavlovianos, a través de condicionamientos, chantajes, motivaciones castigo-premio, y que prácticamente en el enorme conglomerado de seres humanos en México, estos condicionamientos, se venían dando ¿desde cuándo?, hijoles, difícil saberlo con exactitud, pero Yoltic vislumbraba que desde tiempo ancestral, centurias; y que era un enorme error y un simplismo atroz, creer que las personas “obscuras” y desmotivadas, dado su atuendo, su mirada o lo que sea que delatara esta obscuridad, tuviera un solo gestor, un “pater familis”, un culpable o culpables inmediatos y que por ello mismo ahora lo veía, habrían fracasado todos los intentos contingentes, de él mismo, de su familia materna, la escuela, los pocos amigos que había tenido, su esposa, los hijos, prácticamente todo; para que el pudiera corregir o enmendar, esta vida ambivalente, indefinida, gris, bipolar; en síntesis, Yoltic querría desmenuzar, con su novela, todas sus motivaciones y desmotivaciones de vida, que ahora no eran tanto para “ser famoso”, que alguna vez soñó en llegar a ser, o “rico”, o cosa parecida o similar, sino para realmente “apreciar”, aceptar, perdonar y amar, al enorme “bulto” o conglomerado de “cosas”, que se habían conjugado en su persona, psique, alma y que de alguna manera se traducía en karma, sino, destino, causa y efecto; fue allí que entendió, que indistintamente del resultado de su escritura, él estaba obligado a terminarla, que era el colofón de su vida, encontrarse por fin en santa paz consigo mismo y que por ello hasta empatarse con el ser que era ahora, que debía seguir con su escritura hasta llegar a ese lugar “virtual” de encuentro de si mismo.


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